Última hora desde el purgatorio: Una vez enterados de la posibilidad de reencarnación retrospectiva, L. Carroll y M. Jackson, amantes como fueron del mundo infantil, se han declarado aspirantes a la plaza del perieco Alejandro.
Asentado en Lacedemonia, este alfarero fue conocido no tanto por ser uno de los más importantes productores de cráteras de su época como por convertirse en aquel valiente que se enfrentó a los brutales convencionalismos espartanos. Célebre fue en todo el Peloponeso la kilométrica hilera de cráteras que Alejandro dispuso en forma de anillo, abrazada a la falda del Taigeto. A pesar de que algunos historiadores la consideran matriz del moderno land art, es sabido que la intención del perieco, lejos de mostrar su habilidad con la arcilla, tenía un carácter más prosaico, más social y humanitario. Las dimensiones y la localización de cada vasija eran calculadas con fría precisión para atrapar los cuerpos de bebés anormales que los homoioi arrojaban desde la cima del monte Taigeto, y que luego Alejandro recogía uno por uno dentro de un zurrón gigantesco, al tiempo que vociferaba: "¡Me da igual que vengan con tara!".
1 comentario:
Qué blog más blanco y que humor tan negro.
Mañana madrugo y todavia estoy aqui. Joooo. No quiero ir a claseeeee.
Como me cruce al decano voy a tirarle a la cara un vaso de agua para que me expulse jejeje
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