Me duele y me arrepiento de todo corazón de haber desconfiado de la competencia evaluadora de Cher. Me pesa haber enjuiciado precipitadamente su capacidad como docente. Cher, bondad infinita, pudiendo castigarme con las penas eternas del suspenso, ha recompensado mi desconfianza con un sobresaliente. Animada por su divina gracia, propongo firmemente nunca más prejuzgar y cumplir las penitencias que me fueran impuestas para el perdón de mis pecados. Amén.
YOJAR
Hace 12 años
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