“Nosotros nos lo guisamos, nosotros nos lo comemos.” Esta era la frase que mi tío Pérez me dirigía cada vez que recibía una nueva entrega de mi famosa tira cómica “La coletera sesentera”. Llevaba trabajando para la revista de mi tío un par de años. Como es evidente, él contrató mis servicios gracias a los lazos de sangre que nos unían. Ahora mi tío nos ha dejado y se ha mudado a un lugar mejor; ha cogido todo el dinero de los fondos de la revista y ha huido a Latinoamérica en compañía de su amigo Rodríguez Menéndez. Lógicamente el negocio familiar ha quebrado y me he visto en la obligación de buscarme las habichuelas fuera del ámbito laboral amigo. Vago de un sitio para otro, voy de entrevista en entrevista, para regresar siempre a la casilla de salida. Pensé que tenía talento, al menos eso me hicieron creer mi tío Pérez y su séquito durante los días de vino y rosas, pero la realidad parece ser otra bien distinta. He visto cómo muchos peces gordos del medio utilizaban los papeles donde en el pasado dibujaba “La coletera sesentera” para apagar sus cigarrillos. Vivo replanteándome por ello mi trabajo creativo y las posibilidades que me ofrece el futuro sin la sombra protectora de mi tío. Sin embargo, este bache de mi vida no ha hecho que pierda por completo la confianza en mi talento. De hecho ya he cambiado la antigua consigna que compartía con mi tío por otra nueva y esclarecedora que pondré en práctica durante la próxima entrevista laboral: “Tú me lo guisas, yo te lo como.” A ver si hay suerte. Yo, por si acaso, iré guardando en mi bolso un cepillo de dientes.
YOJAR
Hace 12 años
2 comentarios:
Espero haber llegado a tiempo para decirte: ¡NO LO HAGAS, NO USES EL CEPILLO!
Yo... Ya... Ya es tarde. ¡Dios mío! ¡¿Qué he hecho?!
Publicar un comentario
Escríbeme. Es gratis.