miércoles, 17 de junio de 2009

La apoteosis de la vida (no existe)

Nos habían avisado del peligro que correríamos si espigábamos con los primeros rayos de sol, y nosotros, pobres de nosotros, desoímos su advertencia. El hambre era nuestra religión por aquel entonces y no tolerábamos quedarnos de brazos cruzados mientras cinco héroes ultraconservadores nos expoliaban otros diez decagramos de harina. Uno a uno fueron empujándonos hacia el paredón con las armas de fuego, que se frotaban contra nuestro abdomen sulfúreas, heladas, sólidas, simulando una terrible prolongación umbilical. No echo de menos ni el burladero ni las lágrimas. No sirven de nada cuando el desenlace de la historia ya lo han firmado por nosotros mucho antes de regalarnos dedos con los que sostener una pluma. De hecho, recuerdo haber visto este trágico final anteriormente en un DVD-RW de 4,7 gigabytes, con video codificado en MPEG-2, audio Dolby Digital AC-3 y calidad Verbatim.

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