¿Qué les pasa a las dependientas de Stradivarius del número 11 de la calle Palacio Valdés? Tan sólo conocemos una cosa acerca de ellas: no son moscas. Posiblemente padecen una agnosia olfativa que transforma el insufrible olor a insecticida que inunda su tienda en Vernel Melocotón. O eso, o bien son inmigrantes rusas añorantes del vapor tóxico de Super Glue.
¿Cómo es posible que un organismo sano sobreviva ocho horas diarias en un ambiente tan... "podre"? ¿Ha pasado dicho local un control de sanidad? En caso afirmativo, ¿sería el inspector un inmigrante ruso?
3 comentarios:
Huele al pote q se echan en la caroncia.
casi casi como Mariví juju :P
Besitoss
Uys, pues yo siempre compro ahí los bikinis para el verano y no me había dado cuenta.
Y además las dependientas son muy amables y profesionales, y me enseñan trucos para disimular el paquete.
Doy fe de que en esa cueva huele a matarratas
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