domingo, 24 de agosto de 2008

Los buenos franceses

DON ANTONIO.- Parece que se hunde el techo. Pipí.
PIPÍ.- Señor...
DON ANTONIO.- ¿Qué gente hay arriba, que anda tal estrépito? ¿Son locos?
PIPÍ.- No, señor; Erasmus.
DON ANTONIO.- ¿Cómo Erasmus?
PIPÍ.- Sí, señor; ¡así lo fuera yo! ¡No es cosa! Y han tenido una gran orgía: calimocho, marihuana y mucho chocho, ¡uh!
DON ANTONIO.- ¿Y con qué motivo se hace esa francachela?
PIPÍ.- Yo no sé; pero supongo que será en celebridad del nuevo inquilino que se ha mudado a su casa esta tarde.
DON ANTONIO.- ¿Conque un nuevo vecino? ¡Haya cochinillos!
PIPÍ.- ¿Pues qué, no lo sabía usted?
DON ANTONIO.- No, por cierto. Si lo llego a saber, no vengo.
PIPÍ.- Busque el anuncio en google.
DON ANTONIO.- En efecto, aquí está (mirando su ordenador portátil): Se busca estudiante Erasmus con conocimientos de francés para compartir piso de 1 habitación. Sin baño, sin cocina, sin amueblar, con cama. A fiesta por día. 3000 euros por cada... ¡No es cosa! De un viaje de estudios hacen un negocio. Si son el diantre. ¡Ay, amigo Pipí, cuánto más vale ser camarero que Erasmus ridículo!
PIPÍ.- Pues mire usted, la verdad, yo me alegrara de saber hacer, así, alguna cosa...
DON ANTONIO.- ¿Cómo?
PIPÍ.- Así, de francés... ¡Me gusta tanto el dinero!
DON ANTONIO.- ¡Oh!, los buenos franceses son muy estimables; pero hoy día son tan pocos los que saben hacerlos; tan pocos, tan pocos.

Adaptación de un fragmento de la obra teatral "La comedia nueva o El café", escrita por Leandro Fernández de Moratín.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Moratín se quedaría morado de rabia si leyera esta desfachatez. Jeje.

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