lunes, 20 de octubre de 2008

Las catorce evidencias de Lawrence

Sepan ustedes, señores videntes, de mi propio puño y letra, esta historia de entretiempo, la historia de Mary Ann de West Hollywood. Esta dama, de aspecto ojerizo y enjuto, sufrió, allá por sus años mozos, el azote de una doble desventura; fue ultrajada por su entrenador de natación, quien valiose de su superioridad corpulenta para asediar la intimidad carnal de la muchacha, a más de verse amenazada por las continuas tentativas de envenenamiento por parte de su madrasta, celosa esta de la intensa relación afectiva que Mary Ann y su padre mantenían. Tal fue su desdicha por los terribles acontecimientos que su estómago regurgitaba todo alimento engullido y su piel fue tornándose más pálida cada amanecer, al punto de volverse ella misma una muerta viviente. Sin embargo, la Fortuna no había previsto para la dama de West Hollywood una tregua temprana a sus desgracias. Al tiempo que estos hechos tenían lugar, Mary Ann viose en la obligación de acudir el primer domingo de cada mes a prisión, donde su enamorado Jimmy Joe, cautivo desde hacía meses, requería su ayuda para calmar a base de estupefacientes su miserable ansia vital. Allí ella también fue hecha prisionera, pues las dudas sobre su participación en el intento de asesinato del buen gobernador de su patria acrecentáronse tras destapar a la luz pública la autoridad policial, con gran pericia y no menos aprieto, que Mary Ann hubiera sido la líder de una hermandad satánica, de directriz anarquista. Nuestra triste protagonista púsose a disposición de la justicia y desterró de sus mientes los malos augurios que la rondaban, mas uno en especial no pudo olvidar, aquel que retraíale la imagen de su antigua compañera de instituto, Lisa P., vistiendo el sublime vestido de graduación que había soñado para ella meses atrás desde el escaparate del bazar Penguin Look. Una vez absuelta de los cargos imputados, Mary Ann tropezose de nuevo con la piedra de la mala suerte, ya que su historial delictivo manchó su expediente académico y el claustro de profesores de la celebérrima Universidad de Jarrabar rechazó su petición de ingreso. De este modo la dama de West Hollywood creyó conveniente ganarse el pan con el sudor de su frente y entró a trabajar como sirvienta en una humilde casa de hamburguesas rural, donde cierto día un hosco lugareño de ilustre linaje róbale el corazón y pídele su mano. Meses después del enlace, la dama, ya señora, conoció de las vetustas páginas de un periódico, en la hemeroteca de aquel anónimo pueblo, la noticia de unas turbulentas ocurrencias de las que su actual esposo había sido partícipe. Si bien el hombre negolo todo, Mary Ann no resistió la incertidumbre de tener bajo su mismo techo al que, en tiempos remotos, hubiera sido tesorero de los Janos Brothers. Es más, hastiada de sus malas experiencias, presa de los demonios de la locura, la dama decidió poner fin a su sufrimiento, y con él a su aliento de vida. Con el filo rozando las arterias de la muñeca, sorprendiose del reflejo de su difunta abuela en el vidrio de una ventana, pero, antes que huir o aullar, Mary Ann acercose a él para oír de cerca el eco lejano de aquel ángel de la guarda, suplicante de arrepentimiento y de lucha. El destino quiso que Mary Ann presenciara un milagro, y Mary Ann decidió no defraudar al destino siguiendo su designio, encarnado en las palabras exiguas de su abuela. Así es como la dama de West Hollywood asestó dos puñaladas mortales al corazón del buen presidente estatal, el foco de todo mal según su interpretación del mensaje divino. Una semejaza física prodigiosa con el presidente, al parecer por desconocidos lazos de consanguinidad, permitiéronle usurpar el cargo presidencial de forma taimada. Bajo su mandato proclamó la paz mundial, un status quo que dieciséis años más tarde fue pervertido por uno de sus hijos, un niño de temperamento catatónico, autista para algunos, brujo para otros, que, en cualquier caso, albergaba en su interior la genuina semilla del mal, legada por su padre, aquel endemoniado tesorero de los Janos Brothers.


...Datos curiosos

  • La historia de Mary Ann está basada en una película. Cualquier parecido con la realidad es fruto de tu imaginación calenturienta.

  • Durante la película Mary Ann se zumbó quince veces a un negro, pero las imágenes no se incluyen en el film por cuestión de ética del país donde se rodó el mismo, EEUU.

  • La cinta fue intitulada en inglés como “Broken inocence” y en español como “Mary Ann sabía lo que se cocía”.

  • Los críticos, por unanimidad, han declarado que la historia de Mary Ann aúna todos (catorce) los tópicos cinematográficos de sello norteamericano habidos y por haber, en especial los de las tardes de los sábados.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola! Nice desing!

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